Izquierda y ruina
14/02/2012   Lecturas: 6.089

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Después de esperar infructuosamente un posible acuerdo entre representantes de la CEOE y sindicatos marxistas –el socialista UGT y el comunista CCOO-, El Gobierno del Partido Popular ha puesto en marcha un decreto-ley de Medidas Urgentes para la Flexibilización del Mercado Laboral. Mejor así.

Mejor porque el Gobierno, con intención conciliatoria, ha otorgado una representatividad a la gran patronal –CEOE- y a los dos sindicatos marxistas –UGT y CCOO- de la que carecen. Ni los representantes de la gran patronal representan a los empresarios españoles –pequeños y medianos empresarios más autónomos, que crean poco menos del 95% del empleo de este país- ni los sindicatos marxistas –con un 14% de afiliación sobre el total de los trabajadores- representan a la mayoría de los empleados españoles y mucho menos a los desempleados. Si hoy estamos en los 6 millones de parados, es porque nos han traído aquí Zapatero y sus teorías económicas avaladas por los sindicatos marxistas, la gran patronal y partidos nacionalistas como PNV, CiU, ERC, Coalición Canaria y otros, más los medios de comunicación dependientes del anterior gobierno socialista, Cadena SER de radio, El País y Público en prensa escrita, más prácticamente todas las televisiones de ámbito nacional.

Los pasados comicios, el pueblo español puso masivamente su confianza a disposición del Partido Popular para que éste resuelva de manera eficaz y sin complejos los problemas que más le preocupan o molestan. Entre ellos, la casta política, la judicatura y el ordenamiento legal y la situación económica general (en particular el desempleo).

Del marxismo-leninismo radicalizado cabe esperar la gresca desestabilizadora (Rubalcaba ya retorna al lema de nos mintieron que tantos frutos le dio en 2004) porque no soportan la pérdida de poder. Intentarán, no me cabe duda, exacerbar a lo que llaman la voz de la calle, con la patraña, la intoxicación y la demagogia como únicas –y características- herramientas de trabajo. De hecho, ya han asaltado varias sedes del Partido Popular en la región madrileña.

Por supuesto, la voz de la calle no existe, es un invento. El pueblo español suele más bien guardar un silencio prudente y temeroso a las represalias, y agitadores y vocingleros son una minoría que históricamente siembra el temor. Pero a mi me vale el sistema de escalas de Zapatero. Cuando le presentaron en el Parlamento 4,5 millones de firmas contrarias al proyecto de nuevo estatuto catalán, su anciana vicepresidenta las denominó unas cuantas firmas, poniéndose el listón muy alto para un futuro que no esperaban tan cercano.

Este paquete de medidas toca, según he leído, muchos hilos de la economía con la intención de flexibilizar la contratación laboral desde planteamientos liberalizadores. Por supuesto la congregación marxista-pesoísta responde como durante la campaña electoral: haciendo catastróficos vaticinios de lo negativas que resultarán para la creación de empleo. Pero el caso es que ni siquiera las han leído. Esto es claramente el sistema Valenciano, por el cual se logran titulaciones, estudios, y conclusiones sin haber hojeado los libros (o los decretos) Que así hacen sus carreras nuestros socialistas y cómo –ignorantes y demagogos sin tino- joden cuanto tocan.

Leo en un somero análisis del magistral profesor Velarde (premio Príncipes de Asturias) que los fines de esta reforma son buenos (la prioridad del convenio de empresa frente al sectorial es ", por ejemplo, trascendental) Ahora hay que dar tiempo para ver cómo entran en funcionamiento y qué resultado arrojan. Las predicciones de la extrema (PSOE-UGT-El País) y ultra (PCE-CCOO-La SER) izquierda –como las de la Bruja Lola o Paco Porras- me merecen hoy muy poco respeto. Sus fórmulas son las que nos han traído a esta ruina. Su tiempo ya ha pasado.