El sueño y la mentira
13/04/2004   Lecturas: 10.612

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Se jugaba la Cristiandad su futuro frente al turco y Francia ponía a su disposición puertos para que éstos atacasen nuestra flota.

Francia ¡Cuánto daño nos ha hecho! ¡Qué mal aliado para España a lo largo de los siglos! ¡Y qué bien le viene mantenernos en su patio trasero, con la zozobra de un Marruecos levantisco, vindicativo y amenazante! Un Marruecos cada vez más sumido en el Islam.

La ley es terminante, alguien la pronunció antes que yo: País frontera con país musulmán, país en guerra. Y Francia armaba a Marruecos justo antes del asalto a la isla de Perejil.

Una Europa que no levanta cabeza desde la Primera Guerra Mundial se muestra cada vez más ciega ante su más inmediato futuro. Un futuro que Huntington anticipa en su Choque de civilizaciones. Está transida de socialismo, esto es, de facilismo. Frente a la idea, el eslogan; frente a la prevención, el tópico. Un muerasansonismo que amenaza nuestra identidad y nuestra siesta. ¿Qué no nos encaja una pieza dentro de la otra? Da lo mismo, la Izquierda la encaja a base de consignas, últimamente incluso si es necesario, de manifestación callejera.

¿Qué nos van a decir a nosotros que los hemos tenido ocho siglos? Hemos sido el único país que ha escapado del Islam (para ellos la deseada Al Andalus). Los conocemos muy bien, tenemos muchos rasgos comunes heredados de ellos.

To er mundo é güeno. La coexistencia de las culturas, El hermanamiento universal, La venganza del pobre contra el rico Occidente (es un ladróooon / que me lo ha robado todoooo...) Patrañas. Detrás, toda una escenografía de la mentira, con cien millones de cadáveres que solamente se justifican porque Hitler, uno de los suyos, el loco del siglo de los locos, amenazaba con ser peor ¡Viva Stalin!

Y así seguimos, con una izquierda que es insostenible ni aún apuntalándola. Simplemente, porque todo fue un sueño que duró un siglo, una mentira que no se justifica más que en el eterno mito del monasterio, de la vida en común...

Hoy, sus abanderados, los que cogen el megáfono, son los cómicos, que interpretan el papel de su vida. Viven del cuento como nunca soñaron sus predecesores, los que dormían en la platea de los teatros, los que aún sabían actuar. Estos hablan como nadie, pero dar, no dan absolutamente nada.

George Bush, atento quizás a la creciente importancia de la población hispana en Estados Unidos hizo un gesto definitivo: fue el primer presidente que al ser elegido vino a España antes que a Inglaterra. El gesto fue muy elocuente. Después vinieron muchos más y muy positivos, como el comprometerse con España antes del 11-S a una ayuda decidida contra el terrorismo de ETA. Algo en lo que siempre nos han defraudado los galos.

José María Aznar, como estadista inteligente, ha sabido entender el giro americano y brindar a éstos, como primera democracia del mundo, una amistad, confianza y confiabilidad como país, que muchos españoles compartimos. Aparte de nuestra pertenencia a Europa, nuestra vocación americana es clara, de modo que una estrecha vinculación anglo-hispano-americana es más que deseable para nosotros. Los inteligentes italianos rápidamente han respaldado la idea, adhiriéndose a ella. La alianza no tiene por qué debilitar a Europa, como nos dice la izquierda del siglo XX, sino reforzar la relación entre países occidentales, tan necesaria para este siglo XXI.

Otros no lo ven tan claro, en eso coincide nuestra ultraderecha con nuestra ultraizquierda. Otros están en el berrido en la calle, en la falacia y en la aventura. En el fondo, son los menos. La cordura volverá.

Desde el 14 de Marzo Francia está muy contenta y no le faltan razones.

Lo puedo decir más alto, pero no más claro.