Carnicería de Estado
22/07/2009   Lecturas: 7.355

Catilina

La Generalitat de Cataluña edita un informe en que los resultados de sus escolares son catastróficos. Escolares que mañana, por falta de preparación, serán la carne de cañón del subempleo catalán. El Consejero de Educación, Ernest Maragall, de los infaustos maragalles de la plutocracia catalana de toda la vida, no ve en ello ningún problema porque ahora –si lo precisan- pueden emplear el bisturí fino. Vamos, que hasta ahora ha estado operando sobre la sociedad catalana la macheta del carnicero. Socialismo puro, puro laboratorio social: Que hemos jodido a un amplio sector de la sociedad, pues rectificamos con el bisturí fino y, eso si, los que hayan quedado desfigurados, desequilibrados o descojonados que se jodan, porque estamos haciendo Historia. Son víctimas si, pero necesarias para llegar a la sociedad modelo que Maragall y unos cuantos visionarios más tienen en su cabeza. Víctimas de la planificación desatinada, víctimas del estatalismo, víctimas del socialismo.

Hace escasas semanas la Unión Europea hacía público un informe según el cual los profesores españoles de secundaria son los mejor preparados de la Unión. Si las instalaciones escolares han ido mejorando durante las últimas décadas ¿qué sucede para que los alumnos españoles estén entre los peor formados del Mundo, por debajo frecuentemente de países subdesarrollados? Pues solo queda una posibilidad: el plan de estudios es desastroso. Una responsabilidad más del Partido Socialista, cuyas consecuencias reconocía –por primera vez- la semana pasada el actual Ministro de Educación, algo que le engrandece frente a los anteriores. A día de hoy, la única posibilidad real de cambio social para un chico de clase media o baja es, en un país con igualdad de oportunidades, la calidad de su preparación. Una pésima enseñanza media garantiza el atrapamiento -sin posibilidad de salida que no sea por la vía delincuencial- en la marginalidad de la mano de obra menos cualificada.

Que es en lo que ha convertido el partido socialista la escuela pública allá donde ha intervenido. Hoy Cataluña lo demuestra claramente: tras dos legislaturas de mandato socialista, la preparación del estudiante catalán de secundaria ha caído por debajo de los niveles más bajos de España. Un estudiante catalán de escuela pública tiene asegurado ya su papel como chusma en este drama vertiginoso que es la vida.

Preguntado hace unos meses en el Parlamento por este estado de la educación básica española (por detrás de la de Azerbayán en índices de comparación mundiales) el presidente socialista Rodríguez Zapatero confesaba su satisfacción añadiendo es que hay que ver de donde venimos... En ese momento me percaté del encanallamiento de este politiquillo mendaz y dañino, que es capaz de cocear cuanto de bueno haya logrado el pueblo español con tal de justificar el nivel de miseria material y moral al que él y los suyos nos llevan a toda prisa. Lo voy a decir pronto y claro: los planes de enseñanza desde las LOECE de la UCD, la LODE y LOGSE del partido socialista de Felipe González a la actual ESO de Rodríguez Zapatero han ido sumiendo a los escolares españoles en un proceso de burrición imparable.

¿De dónde venimos? Venimos de una época en que un estudiante no pasaba al curso siguiente con dos asignaturas suspensas. Una época en que no había aptos y no aptos, porque se distinguían los casos posibles desde el muy deficiente hasta el sobresaliente con Matrícula de Honor, que era el que demostraba que sabía el doble que quien aprobaba como suficiente (ahora apto) La época en que estudiaron esos profesores que la Unión Europea dice que son los mejor formados de Europa. Una época que repugna a los socialistas porque en esa dura competición que es el aprendizaje, lo más que dieron de sí fue para llegar a profesores no numerarios (recuerden el nombre del primer gobierno de González)

El retraso de España respecto a Europa hizo que tradicionalmente la educación pública en el país no se encontrara tan avanzada como en otros países de su entorno se justifican muchos medios socialistas. Pues nada, ahora con ellos lo hemos arreglado: nos hemos colocado en el culo del mundo civilizado, donde muchos otros parámetros confirman que nos asentamos firmemente. En pocas palabras: muy, muy lejos de Finlandia.