Brotes verdes
15/06/2009   Lecturas: 7.715

Publio

Con la tozudez de un rucio, el inquilino de La Moncloa, el presidente socialista del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero –Zetapé-, nos dirige sin remisión al abismo. ¿Por qué? Por su escasa preparación, por su desacertada lectura de la realidad y por una soberbia digna de mejor causa. Y es que este palurdo magnífico no rectifica porque ni siquiera escucha.

Hoy, el varapalo de The Financial Times al señor Rodríguez era durísimo (lo único que le interesa son los éxitos inmediatos, le acusa). Por su parte, la Unión Europea nos imputa un 40% de todo el paro comunitario ¡casi la mitad! Cuando hace escasamente cuatro años creábamos más del 66% del empleo. Incluso Moody’s amenaza ya con degradar la deuda del Estado español. Mientras, los periodistas asalariados del socialismo español, con el difamador Enric Sopena a la cabeza, siguen repitiendo las ideas-fuerza emitidas desde Ferraz para desmentir la realidad: Zapatero no tiene culpa de la crisis, los otros son iguales, etc. Y nuestros dirigentes ya no saben qué inventar para sacar parados de las estadísticas. Pero hoy se sabe que el paro real en España ronda los 4.800.0000 desempleados. Sí esta cifra es espeluznante (Desde el colapso de la República de Weimar, que dio paso a Hitler, nunca un país europeo había creado un millón de parados en 12 meses, resaltaba un diario español), consideren que, por muy rápidamente que cambiara la situación, tardaríamos años en recuperar la actividad necesaria para que una mayoría de estos parados, más los jóvenes que intenten incorporarse al mercado de trabajo, volvieran a trabajar. Desgraciadamente, de estos parados, el mercado de trabajo español rechaza a cualquiera que tenga una cierta edad que hoy no llega a los cincuenta años.

En una Unión Europea compuesta por 27 países, que España haya pasado en cuatro años de crear dos tercios del empleo a generar tanto paro como 11 de sus países juntos no puede ser, ni es, una casualidad. El desempleo, como dice Pizarro, no es más que el principal síntoma (la fiebre) de una grave enfermedad que es nuestra falta de competitividad; competitividad que ha descendido alarmantemente al tiempo que este Gobierno agigantaba la Administración y nos lo ocultaba.

Crece el paro vertiginosamente y, aún así, la Administración española engrosa a diario el número de funcionarios. A mi, no hay un solo dato que no me recuerde la última etapa del gobierno de Felipe González, al final de la cual, tirada la toalla, los socialistas extendían la consigna del autoempleo. Era responsabilidad de cada español de entonces su colocación, aquel que no trabajaba era porque no se autoempleaba, no porque la política socialista abandonaba una España que no cumplía uno solo de los cinco puntos de partida de Maastricht. Tomen aquí nota porque volverán a escuchar hasta la náusea este término en boca de los fieles de Rodríguez Zapatero.

Un programa económico de radio emite cada día el testimonio de diferentes expertos que desde 2006 -y antes- venían advirtiéndonos con exactitud de lo que ahora nos ocurre. Testimonios que demuestran que la crisis de competitividad de España tiene su responsable en el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, que ha gobernado haciendo caso omiso de las advertencias muy serias que anticipaban nuestra actual situación desde hace ya mucho tiempo.

Las últimas elecciones muestran cómo el partido socialista vence en escasísimas capitales de provincia pero luego recupera los votos en pueblos y aldeas (los burgos podridos, según su propia terminología) la gran base social que sostiene hoy al socialismo español es aquella que soportaba al dictador Franco: los más iletrados y reaccionarios (en España, un tercio de la población reconoce no leer jamás) junto a amplias capas del funcionariado, clases subvencionadas (sindicatos, faranduleros, oenegés, etc.), antisistemas dogmáticos y la cleptocracia.

Llevaba a España en volandas a la ruina el antiguo ministro de Economía socialista, Carlos Solchaga, mientras declaraba que era el país del Mundo en que uno se podía hacer rico más rápidamente. Lo peor es que no mentía, que ambas situaciones no eran contradictorias.

Mientras el economista Ramón Tamames no ve a Zapatero en su sano juicio, tras perder los comicios europeos, éste declara su intención de no rectificar un ápice su política económica. De manera que el Gobierno termina esta semana haciendo lo único que saben hacer los socialistas: subir vertiginosamente los impuestos (gasolina y tabaco esta vez) a lo poco que disfrutan los trabajadores y liberalizar ¿más? el sector servicios ¿Y por qué no liberalizan el sector Administración o el sector sindicatos y ponen a los liberados a trabajar para que sepan qué es? ¿Por qué no liberalizan el sector partidos políticos? ¿Por qué no liberalizan el sector televisiones públicas? ¿Por qué no liberalizan el sector del cine y de los intérpretes? ¿Por qué no liberalizan tanta oenegé cogecosas?...

Después de tirar por la borda miles de millones de euros ahora van a racionar el alpiste al canario. Lo dicho: estos nos llevan a la debacle.